domingo, 21 de agosto de 2011

Crónicas de Transilvania.

Capítulo VI.
Diario de Leda.
Día 25 de Abril de 1495.
Castillo Arghes, Valaquia

Nada más levantar Draculea nos ha llamado a la batalla, estaban atacando el castillo. Mientras los hombres han partido al exterior yo me he acomodado en el balcón desde donde he podido apoyar a los combatientes informándoles de lo que veía, previniéndoles de los movimientos del enemigo en el combate.

Aunque era evidente que el castillo era el objetivo, dos grupos de Cainitas se han enzarzado entre ellos, unos emboscados por los otros. Un grupo del Sabbat sufrió el sorpresivo ataque de dos de los fundadores de la Camarilla y algunos de sus ayudantes, entre los que se encontraba Lucita. Ha sido una batalla breve, el fuego ha hecho huir a muchos de los atacantes y otros muchos han caído bajo el poder combativo de nuestro grupo y un más que sorprende y furioso ataque de Vlad. Los más poderosos han optado por huir.
Satisfecho por nuestra actuación se nos ha ofrecido el grabado de las runas como premio, así que he descendido a los sótanos con premura, antes de que llegaran con los prisioneros.
Tras esto han llegado los botines de guerra. Se nos ha ofrecido a cada uno un enorme cofre con  un Cainita empalado y con un saco en la cabeza en su interior. Shul, llevado por sus cada vez más primitivos instintos, ha cometido Amaranto sobre el suyo mientras yo descubría a su Chiquillo en el interior del mío. Con discreción he vuelto a cerrar la tapa, esperando un momento más propicio para decidir qué hacer con él. El voivoda nos ha apremiado para que le diéramos el placer de ver la tortura, así que Alexandru ha abierto su ataúd. Cuál ha sido nuestra sorpresa al encontrar a Otto, uno de los chiquillos de Mircea, ahora en el bando del Sabbat. Obligado por su promesa, Alexandru y yo hemos intercambiado ataúdes.
Oh felicidad, oh venganza. Jamás soñé con dulzura similar que la de torturar y devorar a la progenie de mi asesino. Esta noche hijos míos se os ha hecho justicia. Todavía no estáis totalmente vengados hijos míos, Aeolos y Faetón, pero poco a poco la sangre del villano desaparecerá de la tierra, sabedlo bien.   
Gerome y Alexandru han interrogado a su “premio” en privado, pero me consta que no han descubierto nada nuevo, excepto que ambos capturados eran miembros del Sabbat.
El propio Drácula nos ha confesado que el Sabbat venía a acabar con él y que el empalado del sótano era un espía capturado. Los otros cainitas eran de la Camarilla, quienes alertados por Vlad acudieron a emboscar al Sabbath y de paso ofrecer un muro de contención al palacio.

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