miércoles, 15 de junio de 2011

Cróncias de Transilvania.

Capítulo IV.
Diario de Alexandru.


Día XXI, Mes Maiúm, Año MCDLXXII
(21/05/1.472)
Hoy hemos llegado a Biztriz y ya estamos preparándonos para partir mañana. Si el viaje fue agradable, la llegada lo fue más. Parece ser que nuestros hermanos anarquistas le están dando a Radu serios quebraderos de cabeza. Esa es la razón de que se nos haya encomendado esta misión. Si el noble conde de Bistriz partiera ahora de su hermosa ciudad, ésta se consumiría en cenizas.
Subiendo al Castillo Bistriz.

La reunión con Radu ha sido realmente interesante. Al parecer, uno de mis compatriotas humanos ha reunido demasiado poder. El bendito y a la vez maldito Vlad Drakulea. Es innegable que ha acumulado un poder terrible. Gracias a su fuerte carácter y a sus creativos métodos (que algunos ignorantes deciden llamar monstruosos) ha traído estabilidad y fuerza a Transilvania. La gente lo adora y le teme al mismo tiempo (que deliciosa conjunción de sentimientos), no hay otomano capaz de plantarle cara y los gitanos son usados de la mejor manera posible. Gracias a un movimiento brillante (un aplauso para el Rey de Moldavia) ha pasado de ser prisionero del rey de Hungría al ser el consorte de su hermana (loable como poco). Parece que con solo convertirse al catolicismo la suerte le vuelve a favorecer. La verdad es que es un movimiento inteligente el del cuñado de Drakulea. Se “asegura” su lealtad y le prepara para combatir con el Imperio otomano que tantos problemas causa. Si la mitad de las cosas que he oído del señor Tepes (sobrenombre tremendamente apropiado) son verdad, es que es el humano más fascinante que pueda llegar a conocer.
Conde Radu.
 En fin, la razón por la que nos ha hecho venir Radu es bien sencilla. Obviamente, las andanzas de Drakulea no han tardado en llamar la atención de la sociedad cainita. Por lo que nos cuenta nuestro anfitrión hay dos claras posturas con respecto a la actual situación. Los Tzimisce Occidentales (liderados por el Conde Rustovich) quieren acabar con Vlad (al parecer más de un Vástago ha encontrado su muerte por el empalamiento, estúpidos); mientras los Demonios Orientales (liderados por el mil veces maldito Mircea) queremos abrazarlo y darle la bienvenida a la oscuridad (si atado como está ya es brillante, la grandeza que alcanzará cuando por fin vea el mundo como es, será legendaria). Nuestro cometido (la petición del propio Radu) es que vayamos a la fiesta del príncipe Otto en Hermanstadt para traerlo hacia aquí y alejarlo de las codiciosas manos del resto de Cainitas. También comentó algo sobre convencerlo, pero si Drakulea es como indican sus actos, no creo que siquiera haya que intentar convencerle. Estoy deseando llegar al nido de esa víbora Ventrue.

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