martes, 15 de marzo de 2011

Crónicas de Transilvania.

Capítulo 11.
Diario de Leda.

Dia 2 de Abril de 1314.
Castillo Basarab. Transilvania.

A nuestra llegada al castillo lo creímos deshabitado, pero una nueva mirada nos hizo descubrir que había una única luz encendida en una de las estancias del lugar.
Aporreamos la puerta esperando una respuesta. Pasado un rato la débil llama de la luz se desplazó y se abrió la puerta de la fortaleza. Un criado nos recibió y nos llevó hasta el amo del castillo, un Cainita de la progenie de Tzimisce que se presentó como Dragomir Basarab.
Sherazhina quedó más perturbada ante el estado que presentaba su hermano Dragomir, aunque quizás no tanto como nosotros al descubrir que ya no vivía en el lugar el dueño del castillo según Zelios, Vintila Basarab.
Con educadas formas Dragomir nos invitó a entrar. Quedé deleitada por sus movimientos que me trajeron al recuerdo a los actores de Timisoara, que por las noches recitaban los versos de Plinio en nuestra ágora. Fuimos regalados con una excepcional representación de cómo Dragomir era ahora el amo del lugar. Jamás vi una actuación tan apasionada como la del Tzimisce, besando el cuello de su sirviente, que temeroso y servil interpretaba a Vintila mientras Dragomir con sus besos le arrancaba la vida.
La comedia de Dragomir.


No nos quedo más remedio que reprimir un aplauso cuando nosotras Leda nos dimos cuenta de que habíamos sido las únicas en disfrutar del espectáculo, pues mis compañeros y en especial la Aparecida, parecían horrorizados.
No hubo tiempo para discusiones, pues parecía que el fin del mundo se acercaba con la mayor de las tormentas, el cielo caería sobre nuestras cabezas si no grabábamos pronto las runas. Procedimos al grabado con el permiso de Dragomir. Tras el último golpe de cincel la tierra dejó de temblar y pude volver a ver las estrellas en el cielo.
Dragomir pareció despertar de un largo ensueño y sus palabras se volvieron menos errantes. Llegamos a la conclusión de que su comportamiento y el amaranto habrían sido debido a la posesión de Kupala en el cuerpo del joven voivoda.
Con su agradecimiento y  una promesa de amistad partimos de nuevo hacia nuestros hogares. ¡Oh Aeolos! ¿Cuándo veremos a tu hermano Faeton y podremos descansar en los brazos de nuestra amada ciudad? ¿Mañana quizás?

No hay comentarios:

Publicar un comentario